
- 19'
- Intermedio
costo
Sándwich de Pan de Muerto
- 11'
- Fácil
costo
Atole de Avellana
- 11'
- Fácil
costo
Atole de Zarzamora
- 27'
- Fácil
costo
Atole de Café de Olla
- 23'
- Fácil
costo
Preparaciones exquisitas para compartir y decorar un hermoso altar
No hay ninguna duda de que el Día de Muertos tiene una relación muy especial con la comida y los alimentos. Son una de las partes más importantes de los altares, junto a las flores y los colores. Las calaveritas de azúcar y el pan de muerto no pueden faltar a comienzos a noviembre.
El Día de Muertos, que se festeja el 1 y 2 de noviembre cada año, es una celebración en la que las almas de los difuntos vienen a este mundo para visitarnos, a compartir una vez más con sus familias.
¿Cómo encuentran el camino desde el más allá para reunirse con sus hijos, hermanos, amigos, padres y primos? Siguiendo los pétalos de las flores de cempasúchil y las velas que sus familiares dejan. ¿Y cuando saben que llegaron al altar indicado? Porque ahí está su comida preferida, la que más disfrutaban en este mundo.
Todo este relato es un encuentro cultural que coincidió en las fechas de la celebración indígena dedicada a los muertos, que se realiza al final de la cosecha del maíz, y las prácticas católicas que trajeron los españoles, como el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre).
Hay algunas preparaciones que son tradicionales de este día, que desde unas semanas antes empiezan a decorar las panaderías y supermercados con aromas fabuloso. Estas son las comidas que no pueden faltar.
La calabaza y el camote son ingredientes esenciales en la mesa de Día de Muertos, pues evocan el sabor dulce y hogareño de la tradición mexicana. Ya sea en almíbar, horneados o en forma de atoles, estas preparaciones se convierten en un homenaje lleno de color y aroma que complementa perfectamente las ofrendas y celebraciones familiares.
El pan de muerto es el símbolo más representativo de esta celebración, un dulce tradicional que no puede faltar en las ofrendas ni en la mesa familiar. Con su suave textura, aroma a azahar y la forma única que recuerda el ciclo de la vida, este pan es mucho más que un postre: es un homenaje a la memoria y una manera deliciosa de compartir la tradición del Día de Muertos.
El atole es una de las bebidas más tradicionales en las ofrendas y reuniones familiares durante el Día de Muertos. Su consistencia espesa y su calidez reconfortante lo convierten en el acompañante perfecto del pan de muerto y otros postres típicos. Preparado con maíz, canela, vainilla o sabores frutales, el atole no solo nutre, sino que también evoca recuerdos y conecta con las raíces más profundas de esta celebración.